viernes, 17 de abril de 2009

Columpios solitarios. Es el silencio perfecto por contraste con el alboroto que montan los niños cuando se suben en ellos. Dos caballitos que parecen decirse algo, pero que no tienen ni boca para hablar. Y el testigo mudo de un balancín que al fondo parece querer unirse a la conversación. Pero tampoco dice nada. Testigos de crudas batallas...

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